LA PATATA CALIENTE

ROBERTO SANCHEZ CASAS 

ABOGADO Y ADMINISTRADOR DE FINCAS, POR LOS ILUSTRES COLEGIOS DE CADIZ

Parece que ya está pasando… bueno, en realidad no es así. Nada ha  pasado, nada podrá pasar nunca, y ni mucho menos olvidarse. Son muchos los que  no están ya, y eso nunca podrá pasar. Es mucho lo que se ha perdido, los negocios  perdidos, el dinero invertido, y eso no podrá pasar… Son muchos los errores cometidos,  la falta de reacción y las palabras equivocadas… y eso no debería poder pasar. 

La figura del Administrador de Fincas es de todos conocida, y de todos  desconocida. Quizás todos tengan un amigo Administrador, o alguno le gestiona su  casa. Quizás todos sepamos las funciones básicas de un Administrador, y sobre todo,  muchos conocen las obligaciones del mismo. En España existen mas de 15.000  Administradores de Fincas Colegiados, que durante toda la pandemia han estado  ejerciendo como Administrador, pero también han estado ejerciendo como amigo,  como psicólogo, como cuidador, al otro lado del teléfono, mandando mensajes  tranquilizadores, ayudando… Porque no se nos puede olvidar que esta pandemia ha  golpeado muy duro en aquellas familias y personas que menos recursos económicos o emocionales tenían, y con los que mas pendiente se tenía que estar. Y se ha hecho  sin peso en las espaldas, porque ese saco no pesaba. 

Pero desde el primer momento se ha echado de menos un desarrollo  legislativo lógico para atajar un problema que, literalmente, nos afectaba al día a día:  las reuniones de Comunidad, obligatorias por un lado al menos una vez al año, para  tratar asuntos tan necesarios como las cuentas, cuotas o posibles obras a acometer,  no se podían desarrollar por otro lado, debido a las limitaciones de reunión, a las altas  tasas de contagios, y simple, y llanamente, al puro y más instintivo miedo. Las  decisiones normativas llegaban, de forma genérica, y nosotros debíamos aplicarlas,  encajándolas como una pieza de puzle a la que le falta una esquina. Y teníamos al  otro lado del teléfono a propietarios que, en su día a día, solicitaban decisiones que  no podíamos tomar, y donde no se nos apoderaba para ello. 

Cuando estudié Derecho, una de las cosas que mas me gustaba es que  en la Ley se encuentra todo: no existen huecos. Pueden existir vacíos legislativos, pero  son llenados por otras leyes, superiores, inferiores, anteriores, de desarrollo… pero algo  te dirá que tienes que hacer. No existen huecos porque el sistema está ideado para  que no existan, y porque si existieran, se daría el caos.  

Pero parece que el día a día de las Comunidades de Propietarios no era  tan importante. Y no se dio el caos, gracias a Dios. Y no se dio por la voluntad de los  propietarios, que entendieron de la volatilidad de la situación. Y no se dio porque los  Administradores de Fincas, encima de un alambre fino extendido por las azoteas de  todos los edificios, con una larga vara de madera, fueron haciendo un difícil equilibrio  de pretil en pretil, para conseguir que todo saliera lo mejor posible. Pero eso no debió suceder así… Se debió legislar clara y específicamente, para que ese alambre, al  menos, hubiese sido mas gordo. 

El Legislador (con mayúsculas, porque, aun así, sigo pensando en el peso  de tal figura) debió pensar, aun en su propio caos, en la figura de las Comunidades  de Propietarios, y eso no sucedió, y aun hoy no sucede en gran medida. Nos regula

una Ley que data de 1960, y que, a base de remiendos, parches, y esteroides, vive  en 2021, y cada nueva revisión es aplaudida como el agua después de un desierto  recorrido cuarenta años. Y no debía ser así… 

El Real Decreto-ley 8/2021, de 4 de mayo, por el que se adoptaron medidas urgentes en el orden sanitario, social y jurisdiccional, a aplicar tras la  finalización de la vigencia del Estado de Alarma, nos dio un arma. Así se traduce. En  resumen, entre otras decisiones, dijo que hasta Enero del 2.022 eximia a las  Comunidades de la obligatoriedad de realizar reuniones ordinarias. Y daba soluciones  para realizar otro tipo de reuniones alternativas, via telemática, o de manera diferida. 

En realidad, lo que estaba diciendo es: decide tu. Tienes el arma, pero  enfréntate tu a los propietarios o Presidentes que te solicitan reunión, y ya verás si la  haces o no. Realmente, lo que suponía era entregar la patata caliente al  Administrador. La normalidad estaba llegando, la hostelería se estaba abriendo,  podías ir a una boda, podías ir a ver a tu equipo al estadio, pero ¿no puedes hacer tu  reunión de Comunidad? ¿Es el Administrador el que te está impidiendo o permitiendo  hacerla? Esa patata caliente supone un peso mas en una espalda que ya está curvada con 18 meses de sacos de arena. 

Pero la pura realidad es que la patata caliente no siempre debe recaer en  el autónomo, o en el pensionista, o en el profesional que ejerce sus funciones  haciendo malabares. La patata no debería de estar ni siquiera caliente…

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